Escribir, escribir ¿y para qué? Si todo se ha de ir o ya se fue

Me había desistido a escribir un blog. Sin embargo la idea estaba rondando mis pensamientos desde hace semanas. Algunos de los lectores facebookeanos me animan a seguir en esta aventura de escribir.

Mi escritura ha sido un espacio de diálogo conmigo mismo. Años plasmados en cuadernos. 

Por alguna razón, quizás de desidia, o de falta de decisión a enfrentarme a buscar publicar. A esto hay que agregar que hay temporadas de trabajo que dejan poco tiempo para escribir. Muchos textos se reducen a cuadernos que se han ido llenando al paso de los años. Ahora con estas ‘vacaciones’ en Hong Kong me he dado un tiempo también para retomar ideas plasmadas en algunos de esos cuadernos. El trabajo de retomar ideas no ha sido sencillo. Hay textos que se reducen mucho, hay ideas que se amplían. Desde hace un par de años he venido organizando algunos textos entre intentos de poemas por un lado y narraciones por otro lado. Ahora que empiezo a vislumbrar eso de buscar publicar, finalmente me decidí por iniciar un blog. Aunque no estoy pasando aquí mis textos, pues aún no sé muy bien cómo puedo articular un blog con las ideas cotidianas y el acceso a textos más extensos.



Mientras tanto, mis manos se emocionan escribiendo, igual que se emocionan ante la cercanía de la mujer amada. Las emociones parecen transformarse de las manos al corazón y del corazón a la mente...

Curiosamente varias remembranzas vienen a mi mente sobre “mi” Asia de hace diez años. Me persiguen. Me atrevo a decir de “mi” Asia, sin quitarme de encima mi México; porque uno se adueña de los lugares que pisa, o los lugares se adueñan de uno.


Y así, creo que siempre vale la pena escribir, aún si todo se ha de ir o ya se fue. O porque se fue y está allí en lo cercano vale la pena correr tras esas palabras. Véase el pasar de todo como algo intermitente,  puede parecer lejano un día y al siguiente florecer como un fresco sueño. 

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