Escribir, escribir ¿y para qué? Si todo se ha de ir o ya se fue
Mi escritura ha sido un espacio de diálogo conmigo mismo. Años plasmados en cuadernos.
Por alguna razón, quizás de desidia, o de falta de decisión a
enfrentarme a buscar publicar. A esto hay que agregar que hay temporadas de
trabajo que dejan poco tiempo para escribir. Muchos textos se reducen a cuadernos
que se han ido llenando al paso de los años. Ahora con estas ‘vacaciones’ en
Hong Kong me he dado un tiempo también para retomar ideas plasmadas en algunos
de esos cuadernos. El trabajo de retomar ideas no ha sido sencillo. Hay textos
que se reducen mucho, hay ideas que se amplían. Desde hace
un par de años he venido organizando algunos textos entre intentos de poemas
por un lado y narraciones por otro lado. Ahora que empiezo a vislumbrar eso de
buscar publicar, finalmente me decidí por iniciar un blog. Aunque no estoy pasando aquí
mis textos, pues aún no sé muy bien cómo puedo articular un blog con las ideas
cotidianas y el acceso a textos más extensos.
Mientras tanto, mis manos
se emocionan escribiendo, igual que se emocionan ante la cercanía de la mujer
amada. Las emociones parecen transformarse de las manos al corazón y del corazón a la mente...
Curiosamente varias remembranzas vienen a mi mente sobre “mi” Asia de hace diez años. Me persiguen. Me atrevo a decir de “mi” Asia, sin quitarme de encima mi
México; porque uno se adueña de los lugares que pisa, o los lugares se adueñan
de uno.
Y así, creo
que siempre vale la pena escribir, aún si todo se ha de ir o ya se fue. O
porque se fue y está allí en lo cercano vale la pena correr tras esas palabras.
Véase el pasar de todo como algo intermitente, puede parecer lejano un día y al siguiente florecer
como un fresco sueño.
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