Ir al contenido principal

Destacado

After reading SLOW

 A book review After reading SLOW I just read : *Slow: Finding Peace and Purpose in a Hectic World* by Jo Peters  — its deliberate, unhurried pace isn’t just a feature, it’s the philosophy. This book doesn’t rush you. It invites you to breathe, to pause, to notice.   Like a gentle walk through a leaf-strewn path (fittingly echoed on its serene cover).   Each chapter unfolds with quiet intention.   Peters doesn’t bombard you with productivity hacks or frantic self-help mantras; instead, she offers reflections, stories, and gentle prompts that encourage you to slow down—not as a luxury, but as a necessity for reclaiming peace and purpose. The pacing you enjoyed is intentional: it mirrors the book’s core message. You’re not meant to race through it. You’re meant to linger—to let ideas settle, to journal, to sit with discomfort or stillness. That’s where the transformation happens.   For readers overwhelmed by modern life’s noise, this slowness feels like a bal...

Sí hay algo más fuerte que el orgullo

Orgullo y angustia

En algún momento de mi vida dejé de ser insistente en la búsqueda de la amistad... Me concreto a conservar los pocos que son mucho para el alma, para el corazón. Sin embargo, siempre aparecerán nuevas amistades en el camino que uno sigue, por lejano que esté de casa. Afortunadamente así pesa menos el camino, aunque luego no deje de tener polvoredas, ligeras borrascas o tormentas y huracanes.

No me gusta rogar mi amistad, mi trabajo ni mi amor... Y cuando algo viene a perturbar mi existencia sin haberlo anunciado, a veces conviene echar mano del orgullo --a menos eso pensaba hasta ahora-- como arma extrema, como último recurso para las difíciles desiciones.

Pero el corazón parece que nunca se cansará de rogar hasta la muerte. Y ruega por amistad o por amor, o por soledad o por encanto...

Y súbitamente, la razón quiere evitar el sufrimiento... llama al orgullo a la batalla.

Pero hoy he descubierto que hay algo más fuerte que el orgullo, y lo derrota lentamente sin ser notado. Ataca al cuerpo en lugar del pensamiento: es la angustia, hasta ahora una palabra pequeña y aparentemente pasajera e inofensiva. Pero cuanto puede cansar al cuerpo con su anestesia en su intento de derrotar al orgullo.

El cuerpo se asusta terriblemente ante el cansancio inesperado sin razón alguna, ante el intento de cortar el puente entre el pensamiento y la consciencia (cortocircuito)... Que pavor ha sentido el cuerpo, quizás no el cuerpo en su totalidad, sino el cerebro, la cabeza que casi pierde su cabeza, la visión que casi pierde el corazón. La caja negra que guarda la memoria de cada instante que transcurre grita fuertemente intentando no romperse. Así transcurre una batalla entre segundos que parecen horas. Una batalla en la los ojos parecen cerrarse imperceptiblemente, la visión parecer querer hacer tregua y retirarse a dormir en horas de vigilia, y el oído toca la retirado sin permiso. Y nadie se pone de acuerdo en los segundos que tuvieron desorganizadamente para un golpe de estado.

Hoy he descubierto que el orgullo si puede ser derrotado.

(Hong Kong, 19 de julio de 2019)





Comentarios

Entradas populares